El papel higiénico (denominado también rollo higiénico,
papel de baño, papel sanitario o papel toilette) es un tipo de papel fino que
se usa para la limpieza anal y genital tras el acto de la defecación o la
micción. Puede estar perfumado o no. Su formato más común es el de rollo de
papel, pero también es posible encontrarlo en paquetes. Se suele vender en
mercados, supermercados y farmacias en paquetes de varias unidades. El papel
suele estar diseñado para que se descomponga en contacto con el agua, al
contrario de las toallas de papel para las manos. En algunos casos se elaboran
papeles especiales para no dañar o atascar los pozos sépticos.
El papel higiénico o un material con similares funciones ya
era conocido en China desde el segundo siglo a. C.,1 2 aunque existen ciertas
pruebas que mencionan su uso en la historia de la humanidad ya en el siglo VI
a. C., en los comienzos de la China medieval.2 En 589 a. C. el oficial
académico Yan Zhitui (531–591) escribía sobre el papel higiénico:
"El papel
sobre el que están escritas anotaciones o comentarios sobre los Cinco Clásicos
así como sus dichos, ese papel me cuidaré mucho de emplearlo en propósitos del
cuarto de baño".2
Durante los comienzos del siglo XIV (Dinastía Yuan), se
tiene constancia de que en la ciudad de Zhejiang había una producción anual de
papel higiénico por una cantidad de diez millones de paquetes de 1.000 a 10.000
hojas de papel higiénico cada uno.2 Durante la Dinastía Ming (1368-1644 d. C.),
se registraron en 1393 que 720.000 hojas de papel higiénico para el uso general
de la corte Imperial en la capital de Beijing.2 partir de los registros de la
Oficina Imperial de Suministros (Si Bao Chao), de ese mismo año, también se
existen datos documentados del uso que hacía la familia imperial del emperador
Hongwu, donde se consumían 15.000 hojas especiales de tejido suave - papel
higiénico, y cada hoja de papel higiénico fue incluso perfumado.2
En la antigua Roma se practicó el hábito de la limpieza que
hoy se asocia con el uso del papel. Una esponja amarrada a un palo y sumergida
en un balde de agua salada estaba a disposición en los baños públicos. Los
usuarios compartían la herramienta, con la que se "refrescaban". En
el siglo IX, las personas solían limpiarse con hojas de lechuga y agua.